Hoy es de esos días que creí que nunca más iba a tener. 

En los que te sientas desolada en un café en una ciudad que te resulta ajena, viendo como la vida sigue y todo el mundo camina mientras tu te sientes mas ahogada que nunca, con nauseas, el pulso agitado y los ojos llorosos. 

Hoy es de esos días en los que todo depende de un hilo: la esperanza de una llamada y la voluntad de no contestarla. Las ganas de rendisrse y salir corriendo a rogar por un último abrazo aunque te duela en el alma tener que rogar por uno de la persona que debería abrazarte solo con verte. 

Hoy es de esos días en donde sentí a Dios cerquita, cuando le pedí con todo mi corazón en pedazos que me guiara y me mandó un conductor de Uber que me dejó llorar todo el camino, me entregó servilletas, me sostuvo la mano y me dijo: eres maravillosa, aqui puedes llorar sin miedo. Y de verdad, lloré sin miedo. 

Hoy es de esos días en donde duele el alma, pero sabe que esta decisión tan dolorosa es la correcta. Porque siempre mereceré un amor bonito, por todo el amor incondicional que doy -aunque quizá, ese sea el problema, que doy demasiado- 

Y como siempre dije: al final, si fui yo quien te amo más; porque Dios sabe que di todo de mi, aunque parece que eso nunca fue suficiente, o peor: no valía la pena encontrar un punto medio juntos.