- Incomprendida y sola, así se sentía aunque no lo estuviera, podía llorar por horas solo por una leve discusión o un mal recuerdo. Simplemente no sabia en donde refugiarse, ya no sabía que más probar, que más intentar para poder sentirse bien. Buscaba gritar pero no quería hacer ruido; se estaba ahogando en ella misma. Quería huir una vez más, pero ésta vez no tenia a donde ni como, y de quién huía no era tan fácil alejarse.
Intentaba respirar profundo y calmarse, pero mientras más lo intentaba más lloraba, sentía que en algún punto no iba a aguantar más y caería en un estado en el que ella misma se obligaría a no sentir nada, una noche lloraría en silencio por horas y después de que ya no pudieran salir más lagrimas de sus ojos hinchados decidiría cerrarse al mundo y a todas las emociones que la albergaran. Se apartaría de todos y cerraría sus oídos, se limitaría a sentir aprecio por su vida y nada más. Sin embargo, cada noche acostada en su cama se quedaría dormida solo después de haber llorado recordando lo que la obligo a tomar ésa decisión, pero al día siguiente se despertaría y seguiría siendo la misma mujer fría y dura del día anterior.  -

Como seres humanos tenemos un límite, nunca sabemos cual es hasta que llega una situación que nos hace tomar una decisión que tendrá por consecuencia una gran reacción.